Un sueño

Noches enteras me desvelé entre tu recuerdo y mis sueños, sin distinguir las fronteras, perdido entre la ranura de cada realidad. Sin comprender cómo ni por qué en cada rincón de mi subconsciente tu sombra recorría los profundos parajes de mi alma.

Me costó desde entonces consiliar el sueño, y cada vez que me acuestaba comenzaba un esfuerzo para no cerrar los ojos y que tu imagen fuese lo primero que viera. La idea de encontrarte y verte más feliz de lo que ya te he visto, me hacía sentir miedo, temor a no sentirme como tú. Y ni siquiera importaba ese sentimiento, si cada tema que habla de amor sólo me hacía pensar en ti.
Te amé profundamente y aún así, descuidé la sonrisa que tanto disfrutaba hacer aparecer. Apagué la luz de esa esperanza que nos unía, y se detuvo el gran amor que algún día nos profesamos con la pasión de unos niños que se amaron.
No quería que esta historia sonara tan triste, pero la esperanza a que nunca acabara estuvo presente hasta el final. A pesar de que el cielo se cayera y las estrellas rugieran, aunque la misma tierra temblara y la oscuridad nos abrazara, nosotros creímos en nuestro amor como el camino a afrontar todo lo que estaba mal en este mundo. Así lo viví hasta el último momento en el que mantuve consciencia, dispuesto a existir como en una película de romance en la que nosotros fuimos los protagonistas de una de nuestras sagas más importantes.
Nos prometimos que nunca nos dejaríamos de amar y que pasara lo que pasara nos refugiaríamos en nuestro amor, en ese «nosotros» que se volvió el rincón desde donde combatimos al mundo en nuestra trinchera. Y así lo hicimos.
Todo esto desemboca en el mismo punto, cuando me acuerdo de que te perdí. Y no por ti, sino por mí. Porque debí haberte regalado más poemas, y haberte dedicado más tiempo del que creí que dedicaba porque se me olvidó que cada segundo que pasaba a tu lado, era uno menos que me quedaba para disfrutar de ti.
Mucho recuerdo todo lo que faltó para demostrar que sólo querías bailar conmigo y disfrutar, y entre mis laberintos y conflictos me perdí hasta perderte, en él, a ti.
Cuando salí, me di cuenta que ya no estabas, y que sin duda, debí haberte regalado más poemas, dedicado más tiempo, y disfrutado de cada segundo junto a ti…
El marinero que nunca regresó al puerto, porque a pesar de salir del laberinto nunca busqué volver al sitio del que partí. Porque a pesar de la mar, yo sólo quería navegar y aunque a mi lado te tuve… la realidad es que yo sólo quería aventuras, sin importar cuanto me alejaran de ti. Hasta que una tormenta me distanció lo suficiente y un cielo despejado te hizo ver que estabas mejor sin mí.
Ahí fue cuando entre dolor y sufrimiento, entendí que sólo te hacía daño y que en el proceso de buscar mi libertad, te olvidé. Y merecías más que eso. Un mejor puerto, con alguien mejor que aquel marinero que sólo partía cada vez que podía en busca de aventuras sin incluirte en ellas, sin pensar en ti y sin amarte en realidad como te merecías.
Una mejor historia, un nuevo capítulo. Y ahí fue cuando desperté y lo entendí.

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